jueves, agosto 29, 2013

La oportunidad de Francisco: cuando un "demonio" llamado amor vence todo.

La noticia ha generado movimiento intenso en varias redes sociales: cura brasileño dejará hábito por novia a la que embarazó no solo que puede consternar "a más de uno" (claro, desde la mira conservadora), sino que tiene un tinte especial y dada la poca connotación que generó en su momento lo de Cutié no debe llamar la atención esto, pero lo particular del caso es la que podría ser la papa caliente que le puede llegar a Francisco en momentos claves de la Iglesia Católica y su feligresía, que espera un cambio con tinte progresista que se tenga la sutileza y perspicacia necesaria de adaptarse a los nuevos tiempos: desde el abandono edictal del celibato hasta reconocer su poca inacción  manifiesta frente a casos de pederastia de sus clérigos.

Este caso no puede pasar desapercibido por esa causal acción que nace del más bello sentimiento humano que es el amor, como el mismo cura lo expresó "con el tiempo fuimos observando que nuestra amistad tenía algo más: el amor, pero siempre buscamos dejarlo solo en el nivel de amistad. También  decía que si no conseguía mantener el celibato, dejaría antes el ministerio”, a lo cual prosigue con sinceridad notable "Pero, por ironía del destino, no sucedió como yo pensaba y nos involucramos concretamente y hoy ella está embarazada y yo quiero asumir la paternidad plenamente". Esto es un pleno reconocimiento de su propia sensibilidad si dejar de lado su naturaleza objetiva, que en un principio fue la de ser cura, y los hábitos los deja por ese principio de paternidad que lo encarara muy seguramente con responsabilidad.

¿Pero por qué la papa caliente a Francisco? Como se escribe, la tibieza que ha asumido con respecto al tema de los acusados de pederastia y la nula palabra que tiene  en su vocabulario el fin del celibato no hacen más que alejar esa figura inicial (dada por los medios de información), de un Papa progresista y apegado a la nueva era de jóvenes que abogan por un cambio real que se apegue al diario vivir, sí, ese diario que lo obliga a dar un paso al frente de la evolución dentro de la institución que el comanda, porque es innegable que los hechos que se dan alejen de la realidad cognitiva que implica dichos derroteros, salvo que, por intereses, lo más fácil es evadir el problema real y siga en lo suyo.


Ojalá esto sea un aviso para lo que pueda realizarse.