Bolívar no quería a Guayaquil ni a los guayaquileños; pero
conocía perfectamente su importancia económica, estratégica y patriótica, por
eso, a los pocos días de su llegada a Quito, luego de la batalla del Pichincha,
con fecha 21 de junio de 1822 envió al Gral. Santander una carta en la que le
dice que no puede permitir que Guayaquil se mantenga "...Independiente,
triunfante e incendiaria con sus principios de egoísmo patrio" (¿puede
llamarse egoísmo patrio el haber proclamado la independencia y luego regalarla
generosamente a todos los pueblos de la Audiencia de Quito...?) por eso
continua más adelante "...Me propongo, a la cabeza del ejército aliado,
entrar a Guayaquil y transigir los negocios de Colombia o con el gobierno o con
el pueblo" (ninguno de los dos aceptó y tuvo que imponerse a la fuerza).
Bolívar sabía que Guayaquil era importante para sus
intereses, por eso dice a Santander "...Renunciar a Guayaquil es
imposible, porque será más útil renunciar al Departamento de Quito…" Pero más
adelante se expresa despectivamente tratando de minimizar su grandeza cuando
afirma que "... el país de las fronteras con el Perú, es afeminado y nada
militar... " ¿Cómo podía Bolívar expresarse así de una ciudad en la que
nunca había estado, y menos aún de los guayaquileños, a los que por referencias
del propio Sucre conocía sobradamente y sabía de su valor y virilidad,
demostrados con sobra de méritos durante las campañas independentistas?
Definitivamente Bolívar no podía aceptar que Guayaquil se
hubiera independizado sola y sin su ayuda, y menos aún que se haya constituido
en un estado soberano y pretendiera mantener su independencia. Es por eso que
más adelante -en la misma carta- entre varios argumentos le indica su voluntad
de escoger a Quito como capital "... para que Guayaquil no sea capital del
departamento y no tenga influencia en las provincias subalternas..." Indudablemente Bolívar no solo no quería a Guayaquil, sino que además, temía
los conceptos autonomistas y republicanos de los guayaquileños.
El 31 de julio de ese mismo año, luego de apoderarse de Guayaquil,
Bolívar publicó una proclama, en la que en algunas partes dice:
"Guayaquileños...vosotros os veías reducidos a la
situación más falsa, más ambigua, más absurda... (¿Era falso, ambiguo y absurdo
el que Guayaquil hubiera proclamado su independencia y se hubiera constituido
en un Estado soberano...?) ...Vuestra posición (ser un Estado soberano) era un
fenómeno que estaba amenazado por la anarquía (¿De qué anarquía habla Bolívar,
si la República de Guayaquil estaba gobernada por la figura gigante de uno de
los hombres más notables e ilustrados de la época: el repúblico y
constitucionalista Dr. José Joaquín de Olmedo?); pero yo he venido,
guayaquileños, a traeros el arca de salvación" (¡que engreimiento!).
"Guayaquileños, vosotros sois colombianos de corazón..."
Que equivocado estaba Bolívar. Los guayaquileños siempre quisieron ser libres,
independientes y soberanos; su deseo -indiscutible- fue el de crear un gran
Estado, el Estado de Quito, cuya capital sería, lógicamente, Guayaquil.
Bolívar no lo permitió.
Fuente: Bolívar y Guayaquil, Historia del Ecuador, diario El
Universo, página 96