La noticia ha generado movimiento intenso en varias redes
sociales: cura brasileño dejará hábito por novia a la que embarazó no solo que
puede consternar "a más de uno" (claro, desde la mira conservadora),
sino que tiene un tinte especial y dada la poca connotación que generó en su
momento lo de Cutié no debe llamar la atención esto, pero lo particular del
caso es la que podría ser la papa caliente que le puede llegar a Francisco en
momentos claves de la Iglesia Católica y su feligresía, que espera un cambio
con tinte progresista que se tenga la sutileza y perspicacia necesaria de
adaptarse a los nuevos tiempos: desde el abandono edictal del celibato hasta
reconocer su poca inacción manifiesta
frente a casos de pederastia de sus clérigos.
Este caso no puede pasar desapercibido por esa causal acción
que nace del más bello sentimiento humano que es el amor, como el mismo cura lo
expresó "con el tiempo fuimos observando que nuestra amistad tenía algo
más: el amor, pero siempre buscamos dejarlo solo en el nivel de amistad.
También decía que si no conseguía
mantener el celibato, dejaría antes el ministerio”, a lo cual prosigue con
sinceridad notable "Pero, por ironía del destino, no sucedió como yo
pensaba y nos involucramos concretamente y hoy ella está embarazada y yo quiero
asumir la paternidad plenamente". Esto es un pleno reconocimiento de su
propia sensibilidad si dejar de lado su naturaleza objetiva, que en un
principio fue la de ser cura, y los hábitos los deja por ese principio de
paternidad que lo encarara muy seguramente con responsabilidad.
¿Pero por qué la papa caliente a Francisco? Como se escribe,
la tibieza que ha asumido con respecto al tema de los acusados de pederastia y
la nula palabra que tiene en su
vocabulario el fin del celibato no hacen más que alejar esa figura inicial
(dada por los medios de información), de un Papa progresista y apegado a la
nueva era de jóvenes que abogan por un cambio real que se apegue al diario vivir, sí, ese diario que lo obliga a dar un paso al frente de la evolución dentro de la institución que el comanda, porque es innegable que los hechos que se dan alejen de la realidad cognitiva que implica dichos derroteros, salvo que, por intereses, lo más fácil es evadir el problema real y siga en lo suyo.
Ojalá esto sea un aviso para lo que pueda realizarse.
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